Es más fuerte que cualquier razón o jauría de perros ladrando a plena noche bajo mi ventana, irracional, casual y causal.
Nunca la he visto y sin embargo sueño con ella, le temo, la espío en los rincones, y odio su innombrable presencia, su abundante cabellera miel que lo inunda todo y las palabras que los hombres ponen a sus pies. Nunca la he visto, pero sueño con ella, y le escribo palabras que no leerá, me crispo por palabras que nunca dijo y desentierro su mundo en una labor mítica. Ella no me conoce, no sabe dónde vivo, ni el color de mis uñas el día de hoy, y sin embargo no logro librarme de su influjo terrible, es una tortura pensarla, una penitencia constante.
Nunca la he visto, nunca, pero me hace daño.
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