Esto me recuerda a los primeros días de la creación del tiempo. Cuando todo era nada y el barro se nos incrustaba en las uñas con tanta furia que pareciera que buscaba devolvernos a nuestra primera forma ¿Era esa acaso nuestra verdadera forma? El proceso sería el producto y el barro sería entonces el pozo multiforme desde el que surgiríamos, sacudiéndonos las manos y limpiándonos pies. Pero no lo sabíamos como lo sabemos ahora y no podíamos tocarlo como de hecho podemos hacerlo hoy en mis entrañas; vísceras de pez degollado, de cerdo expuesto, de jabalí cazado, mientras el gran gancho de la verdad me atravieza y sujeta, hundido en la piel, en medio de esta podredumbre y este hedor.
El gancho, entonces, ¿tiene más de una forma?, acércate y tócalo, anda, mete la mano y siéntelo. Cuando desperté ya estaba boca abajo y la tarea ya había sido realizada. Sólo dime, ¿tiene más de una forma? porque si puedes sentirlo, entonces surgiremos también de esos restos y el gancho será un ancla. Pero si no...
domingo, 14 de junio de 2009
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