Todo parecía pronosticar que sería un día como cualquiera: huevos revueltos al desayuno, la cotidiana taza de té, el beso de despedida y los mismos pasos hacia el mismo lugar, mientras en un acto mecánico en mi cabeza toman lugar unos audifonos que no son míos, un poco muy grandes para mi cabeza... hasta que de pronto zas! se manifiesta la magia y comienza a sonar en una emisora cualquiera la misma canción que cantaba en mi mente.
No me importó mucho después nada, ni que la micro me dejara lejos del trabajo, ni haber tenido que correr para llegar de todas formas tarde y menos me importó encontrarme con mi jefe en el ascensor que me descubrió llegando tarde. Hoy es EL día :)
martes, 19 de febrero de 2008
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